- Esta devoción nos hace dar a Jesús y María, sin reserva, todos nuestros pensamientos, palabras, obras, y sufrimientos en cada momento de nuestra vida, despiertos o dormidos, comiendo o bebiendo, ya sean grandes o pequeñas acciones, cualquier cosa que tengamos, aunque sea sin pensar en ello, es por virtud de nuestra ofrenda, aunque no lo hayamos ofrecido intencionalmente a Jesús y María.
- María nunca decepcionará en su amor viendo que nos hemos dado a ella para honrarla y servirla. La encontraremos en el mismo espíritu. Ella se da entera y de inexplicable manera a los que se dan a ella.
- En esta práctica damos a Nuestro Señor nuestras buenas obras por las manos de María, que ella purifica, embellece y las hace aceptables.
F. Andrea Rocio Paz.
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